
Los vecinos de los edificios próximos al Museo Etnográfico han denunciado el insoportable ruido que día y noche tienen que aguantar, sobre todo el verano, procedente de los sistemas de refrigeración situados en la azotea del inmueble. Las quejas vecinales, que se remontan a hace dos años, parece que están ya en visos de solución o al menos se están haciendo trámites como el aprobado ayer por la Comisión de Patrimonio que dio el visto bueno al informe elaborado por la Fundación Siglo para las Artes de Castilla y León con el fin de reducir "la transmisión de ruidos de las unidades climatizadoras en el Museo Etnográfico".
Los vecinos llevaban ya un par de años de molestias debido al ruido que producen los aparatos, hasta que a finales del verano del año pasado decidieron denunciar el asunto en el Ayuntamiento. Disponen de varias mediciones efectuadas por la Policía Municipal que revelan niveles de ruidos en ocasiones superiores a los 35 decibelios en el interior de la vivienda en horario nocturno. «Son unos aparatos que no paran ni de día ni de noche, te levanta un dolor de cabeza increíble y no ganamos para analgésicos», comenta una de las vecinas afectadas.
Los intentos de solucionar el problema por la vía del diálogo no dieron sus frutos, «ya que el director del Museo ni siquiera se reunió con nosotros», por lo que los vecinos se decidieron a denunciar el asunto. Con el asesoramiento de la Asociación de Afectados por Ruidos de Zamora (Afaruza), presentaron los escritos correspondientes ante el Ayuntamiento y la Junta por ver si se podía solucionar la situación. Los vecinos han recibido la visita de una empresa especializada en insonorizaciones que les informó que había recibido el encargo de realizar un proyecto para solventar el problema, pero hasta ahora, meses después no han vuelto a tener noticias. Sí saben que el Museo ha realizado algún trámite ante el Ayuntamiento para poner un andamio y realizar la obra, pero desconocen los plazos para ejecutarla y temen «otro verano de pesadilla».
La propietaria de una de las viviendas comentaba a este diario que se ha comprado el piso en el Casco Antiguo precisamente «buscando tranquilidad. Es una zona sin apenas tráfico y en teoría debía ser más silenciosa que otras partes de la ciudad». Sin embargo, desde que entró a vivir en el piso, hace dos años, el sistema de climatización del Etnográfico se ha convertido en una verdadero tormento, un ruido continuo, «que se oye en todas las partes de la casa». En invierno funciona como calefacción y el verano para refrigerar el inmueble.
Los aparatos están situados en la cumbre del edificio, pero dan directamente a un patio interior que comparten buena parte de los inmuebles anejos. El ruido, además, se distribuye por la estructura de los edificios «y se oye por todas partes, aunque sean plantas bajas e incluso en los garajes».
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